Un inglés converso al catolicismo dejó dicho que está muy bien entrar en la barca de Pedro, pero que quizá sea mejor no bajar a ver cómo funciona la sala de máquinas. Los cónclaves, que ofrecen una mezcla en extremo fascinante de teología y sedas, de mundanismo y paráclito, parecerían refrendarlo: en este último no han faltado bulos (contra Parolin), vídeos instrumentalizados (contra Tagle) y hasta un completo dosier contra el cardenal Prevost, que no le ha impedido reinar ya como León XIV. Para elegir a uno de los papables menos obvios, sin embargo, solo se han necesitado las mismas votaciones —cuatro rondas— que para elegir a un papable tan cantado como Ratzinger. Así, nos hemos hartado a hablar de divisiones en la Iglesia, pero hay comunidades de vecinos en Sanchinarro que ya quisieran para sí la capacidad de acuerdo sobre los horarios de la piscina que el Sacro Colegio Cardenalicio para elegir al sucesor de Pedro. Puede pensarse que los electores tenían justamente la presión de no eternizar el cónclave para no manifestar sus diferencias ante el mundo. Pero también puede pensarse que, ante la terribilità del Juicio Final de Miguel Ángel, tantos de esos septuagenarios estaban quizá menos pendientes del tuit que de sus responsabilidades de ultratumba. Como fuere, el mensaje de unidad ha sido tan positivo como era necesario.
Fonte: https://elpais.com/opinion/2025-05-08/han-elegido-a-un-sanador.html