Menu fechado

Celebrar la vida

.

La oscura mañana en que Ernest Hemingway cargó su escopeta Boss calibre 12 y se voló los sesos en su cabaña de Idaho, convencido de que nunca podría volver a escribir como se debía escribir, el novelista tenía 62 años y ya hacía tiempo los servidores de Finca Vigía y otros conocidos se referían a él como El Viejo. La tarde turbia de agosto de 1940 en que Ramón Mercader le clavó un piolet, Liev Davídovich Trotski tenía 61 años y desde hacía bastante sus allegados y hasta algunos de sus correligionarios le llamaban El Viejo. En un relato que escribí en 1988 y titulé Adelaida y el poeta, califico a la protagonista como una anciana de 62 años. Cuando redacté ese cuento yo tenía 33, la famosa edad de Jesús, y creo que me consideraba incombustiblemente joven. Ahora, mientras estreno mi estancia en los 70 años, compruebo que he vivido casi una década más que los “viejos” Trotski y Hemingway. ¿Qué soy yo?

Seguir leyendo

Fonte: https://elpais.com/opinion/2025-10-26/celebrar-la-vida.html

Deixe um comentário

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *